sábado, 18 de abril de 2015

Cáceres:Patrimonio de la Humanidad

El viaje de mi club de Atletismo este año nos llevo a Cáceres, la segunda visita a Extremadura en pocos meses, tras haber conocido Mérida, en el mes de Febrero. La aventura comenzaba cuando aún estaban poniendo las calles y los primeros indicios de luz se abrían paso en el pasado sábado, en ese momento un autobús cargado de villanos, nos recogía en Azuqueca y entre risas, ventosas y alguna historia más para el recuerdo, comenzaba un largo viaje, cruzando la península, hasta llegar a la capital extremeña.

Tras dejar nuestras cosas en el hotel Alfonso IX que nos daría cobijo esa noche y de recoger el dorsal para la carrera del día siguiente, comenzamos la visita de la ciudad. Comenzando desde la impresionante Plaza Mayor, una alargada plaza, con una serie de soportales a uno lado, el comienzo de la ciudad histórica al otro y el ayuntamiento en uno de los extremos, con un ambiente impresionante lleno de gente y de terracitas que aprovechaban el buen día que hacía.

Las calles adoquinadas del casco histórico, son realmente preciosas, comenzando en el Arco de Estrella y pasando por un patrimonio riquísimo, lleno de iglesias, torres y plazas que sinceramente me sorprendieron, porque no esperaba encontrar tanta belleza, la plaza de San Mateo, las escaleras en la plaza de san Jorge, un subí baja, de calles llenas de historia.

Tras fotos, comidas, una leve siesta, tapitas, visita a museos y al conservado Aljibe, el día fue avanzando y con la noche poco a poco nos fuimos a descansar para coger fuerzas antes de la media maratón que teníamos al día siguiente.

La carrera fue realmente increíble, ver como una localidad se vuelca en su carrera es digno de recalcar, estamos cansados de ir a carreras con recorridos aburridos que apenas pisan el centro de la localidad y sacan su carrera a las afueras, donde no molesten. En Cáceres, fue distinto, la salida y meta en la plaza Mayor de la ciudad, y los dos primeros kilómetros, a través del adoquinado de su casco antiguo en un recorrido, incomodo pero precioso, luego la carrera se abría con largas y anchas avenidas repartidas en tres brazos, desde donde ibas y venías y te cruzabas en cada giro con todos tus compañeros villanos, así hasta llegar de nuevo a la plaza Mayor y comenzar la segunda vuelta.

Fue la primera carrera, desde que era niño, que lo corría sin reloj, ni Garmin, ni cronómetro, ni nada, ya que un olvido dejó mi GPS cargándose en casa durante todo el fin de semana, pero como dice el dicho no hay mal que por bien no venga, porque el estar sin reloj, me permitió disfrutar de la carrera como en pocas, corriendo totalmente por sensaciones, disfrutando de la ciudad de sus calles, de cada kilómetro, de cada cabeza que me llevaba a la saca y al final al cruzar la línea de meta descubriendo que las emociones me habían llevado de nuevo a bajar en una media de 1h30.

Después vinieron las felicitaciones, la comida de despedida en el hotel y el retorno. Un nuevo fin de semana vivido al máximo, conjugando dos de mis pasiones deporte y turismo, acompañado de esta gran familia de la que me siento super orgulloso de formar parte y de Irene, que allí estaba dándome ánimos como siempre.

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